Últimamente me encuentro con personas interesadas en conocer qué es el coworking, pero en realidad lo que buscan es un centro de negocios. Culturalmente, por herencia, es sabido que pertenecen más al servicio que ofrecen estos últimos, mientras que el coworking es un descubrimiento al que llegan por razones económicas. Son empresas tradicionales que durante mucho tiempo han tenido su propia oficina, pero que por circunstancias, incluidos los cambios en el mercado provocados por la tecnología y los cambios en el comportamiento del consumidor, se dan cuenta de que ya no tiene sentido mantener los costes que hasta ahora sufragaban, especialmente en tiempos de bonanza.

La mayoría de estos casos, al descubrir Freeland y el coworking que practicamos, se sorprenden más allá de lo que esperaban, pero sin duda su mente y su forma de trabajo están vinculadas al formato tradicional y corporativo. Esto les provoca cierto desconcierto al visualizar su participación en un espacio donde los códigos empresariales y profesionales se rigen por otros valores.

Por ello, he considerado interesante hablar de las diferencias entre ambas propuestas, entre espacios de coworking y centros de negocio. Espero que sea de utilidad y que encuentren respuestas a las dudas que puedan tener.

Para empezar, debemos aclarar que son conceptos totalmente diferentes y que surgen de necesidades completamente dispares. No tienen nada que ver uno con el otro. Si bien es cierto que en ambos se puede, y de hecho se va a trabajar, el sentido de uno respecto al otro es diferente. Es como comparar unas zapatillas deportivas con unos zapatos de vestir; ambos son calzado y sirven para caminar, pero atienden a usuarios con necesidades completamente diferentes. Lo mismo ocurre entre los espacios de coworking y los centros de negocios; también responden a necesidades diferentes.

Luego, para ver esas diferencias, vamos a tener en cuenta dos criterios que nos ayudarán a comparar uno respecto al otro:

El primer criterio es el público al que va dirigido. El cliente típico de los centros de negocio es principalmente la empresa. Pero, ¿qué tipo de empresa es la que suele estar en un centro de negocios? Principalmente, son empresas de cierta magnitud que buscan un buen servicio, una ubicación geográfica específica y un entorno corporativo.

Cuando hablamos del mundo corporativo, nos referimos a empresas como Endesa, Accenture, Deloitte, Adecco, Amadeus, entre otras. Son empresas con necesidades muy diferentes a las de una micro o pequeña empresa. Sus protocolos y su estructura de trabajo requieren un enfoque y una gestión distintos a los que necesitan los usuarios que ocupan un espacio de coworking, simplemente porque el público al que se dirigen también es diferente.

Podemos decir que el centro de negocios es una solución para el mundo ejecutivo, mientras que los espacios de coworking son una solución para el mundo de los freelancers y los autónomos. Aunque desde los inicios del coworking, el perfil del cliente típico que utiliza estos servicios ha evolucionado considerablemente, y cada vez más, pequeñas y medianas empresas se encuentran entre sus clientes habituales. Esto se debe a que en un espacio de coworking también puedes domiciliar social, fiscal y administrativamente tu actividad, recibir correspondencia y paquetería, disponer de una línea telefónica propia o varias a través de una centralita, acceso a internet, salas de reuniones, asesoría legal y todos los servicios que necesitas para tu funcionamiento.

Son dos mundos tan diferentes como el público al que sirven, aunque con una salvedad: ambos públicos necesitan un servicio profesional que les permita dejar de lado los inconvenientes de gestionar una oficina y centrarse exclusivamente en su negocio. De hecho, este probablemente sea el motivo por el que se genera confusión, ya que al fin y al cabo, en ambos casos se trata de trabajar. Sin embargo, es en la ubicación y en el estilo corporativo donde una opción se diferencia radicalmente de la otra.

Para el mundo corporativo, estar ubicado en las principales zonas de negocios de la ciudad es de suma importancia. Necesitan establecer un diálogo con sus clientes en el que la imagen juega un papel fundamental. Naturalmente, esto tiene un costo, ya que el precio por metro cuadrado en estas zonas es mucho más alto. Lugares como Castellana, Azca, María de Molina, entre otros, son ubicaciones óptimas para aquellos profesionales y empresas que venden sus servicios a otras empresas pertenecientes al mundo corporativo.

El coworking opera en una escala diferente por lo general, aunque nuestros homólogos en América, Inglaterra y Holanda también están ubicados en excelentes zonas de la ciudad, y cada vez más empresas tradicionales del mundo corporativo, como KPMG o instituciones bancarias, hacen uso de sus servicios.

Pero esto solo es posible si mantienes una relación calidad-precio muy alta. Debemos entender que este es el motivo por el cual el coworking surge en un momento específico: porque los freelancers y autónomos no tienen una solución en el mercado que satisfaga su demanda de tener acceso a internet para trabajar, un lugar que no sea una cafetería para reunirse con sus clientes, y un entorno que los motive e impulse la interacción entre profesionales.

Y aquí es donde el siguiente factor que desequilibra la balanza de la igualdad entre espacios de coworking y centros de negocio toma un protagonismo esencial: el cambio de entornos corporativos a entornos creativos y promotores de la innovación. En sus inicios, los freelancers no buscaban una oficina corporativa; en su lugar, solían usar cibercafés, lugares generalmente bien cuidados, interesantes y diseñados para brindar comodidad, pero que carecen del aspecto de una oficina.

Por eso, el otro factor diferencial entre un espacio de coworking y un centro de negocios es la ausencia de referencias corporativas. Los espacios de coworking son lugares más relajados, motivadores e inspiradores del cambio. Son entornos laborales positivos que fomentan la comunicación y la interacción entre profesionales y empresas. No esperes que se asemejen a una oficina tradicional, ya que ofrecen una experiencia diferente basada en la colaboración y la comunidad de profesionales que forman parte del espacio. Sí, hay mesas y sillas para trabajar, pero la experiencia que ofrecen es única, basada en la colaboración y la comunidad de profesionales que comparten el espacio.

Los freelancers, los autónomos y las empresas emergentes en el mercado necesitan establecer contactos y vender sus productos y servicios para crecer. Por lo tanto, en los espacios de coworking encuentran un escenario óptimo para ampliar su red de contactos. Por lo tanto, es fundamental que los coworkers encuentren formas de integrarse y darse a conocer en la comunidad de profesionales, y al mismo tiempo, aprovechar los recursos que ofrecen otros coworkers.

En los centros de negocios, esta realidad se vive de manera diferente, ya que la interacción y la colaboración no son los factores que los originaron. Las empresas que son clientes de los centros de negocios tienen sus propios medios y mecanismos para desarrollar actividades comerciales; buscan más independencia que un espacio de colaboración.

El segundo criterio es el grado de rigidez y flexibilidad. Este es un aspecto clave, básico y totalmente diferencial entre los espacios de coworking y los centros de negocio. La flexibilidad no es solo una característica que define a un espacio de coworking, sino que forma parte de su ADN, su filosofía y sus valores. Precisamente lo que se propone a través del coworking es una forma más equilibrada de entender la relación entre trabajo y estilo de vida.

Si deseas profundizar más sobre el tema, te recomendamos leer: “Coworking: una forma de vida”. La ausencia de compromisos a largo plazo permite a los profesionales y empresas asumir riesgos controlados a corto plazo, lo que facilita la adaptación a los cambios. Vivimos en una época en la que la movilidad es una ventaja, cuando antes era una limitación, ya que hoy en día podemos trabajar desde cualquier lugar, siempre que tengamos acceso a internet.

Luego, los espacios de coworking ofrecen un sistema totalmente flexible del que pueden beneficiarse todos los actores del mercado. Junto con su propuesta económica, son la solución estrella para una multitud de necesidades que, en otras ocasiones, los autónomos y las empresas de todos los tamaños no podían considerar debido a los costos exorbitantes de las soluciones existentes.

Temas tan relevantes como la conciliación familiar o la capacidad de tener equipos para trabajar de forma remota y desarrollar productos y servicios nuevos son ahora posibles y rompen con la idea de necesitar una oficina propia. Ya no es necesario tener una oficina si no quieres, porque ya no encaja con tu formato, o si no puedes tener una, porque quizás no sea el momento adecuado para ti. La buena noticia es que ahora tanto los freelancers como las empresas tienen muchas más alternativas que antes. Hay más opciones para incorporar flexibilidad en sus estructuras y para poner en marcha sus iniciativas.

Como conclusión, creo que el criterio de decisión más importante para determinar si los espacios de coworking son tu opción ideal o si, por el contrario, lo son los centros de negocio, es cuál de los dos te ayudará más a progresar, a evolucionar, a crecer y a desarrollar todo tu potencial. Creo que si eres capaz de responder a esta pregunta, encontrarás cuál de las dos opciones puede ser más interesante para tu futuro.